«Siente el escozor en los dedos, el deseo, y ya no puede aguantarse mucho más. Traza el contorno de su vagina. Con un movimiento circular, deja que sus manos se acerquen cada vez más al centro. Acaricia sus labios vaginales, mueve los dedos sobre el perineo y juguetea con su ano. Levemente, como con una pluma, se acaricia a sí misma mientras los labios vaginales crecen y se expanden. Entonces estira el capuchón de su clítoris y lo expone. Aún está demasiado sensible para que lo pueda tocar, pero no para mirarlo».
El timbre de la puerta hace que Lía …
«Siente el escozor en los dedos, el deseo, y ya no puede aguantarse mucho más. Traza el contorno de su vagina. Con un movimiento circular, deja que sus manos se acerquen cada vez más al centro. Acaricia sus labios vaginales, mueve los dedos sobre el perineo y juguetea con su ano. Levemente, como con una pluma, se acaricia a sí misma mientras los labios vaginales crecen y se expanden. Entonces estira el capuchón de su clítoris y lo expone. Aún está demasiado sensible para que lo pueda tocar, pero no para mirarlo».
El timbre de la puerta hace que Lía salte. Abre y se encuentra con un repartidor que trae un paquete bajo su brazo. Dentro, encuentra un enorme huevo de Pascua. ¿Estará lleno de dulces? Quizá lo pueda llevar a la cena de Pascua esa noche... Pero cuando Lía abre el huevo, no hay dulces, sino sólo tres vibradores con forma de huevo. La lujuria la invade de inmediato. El calor se esparce por su cuerpo y la excitación se apodera de ella.
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