«Estoy sentada en el balcón. Miro hacia el mar mientras escribo estas líneas. El manifiesto de una mujer, mi testamento. Una mujer libre. El sol se está ocultando y bebo un café con leche mientras que me pierdo en el horizonte. El aire es cálido y agradable. Una brisa fresca se anuncia. Bebo un sorbo de mi taza. Me acomodo. Una sonrisa satisfecha se dibuja en mi rostro, tan amplia como el mismo sol. Me saco los lentes y la leve brisa me roza. Cierro los ojos por un segundo. Me recuesto. Levanto la mirada. Y sigo aquí. Sigo aquí. …
Cuando Malin me pregunta si quiero unirme a su celebración del solsticio de verano en Dalarna, acepto de inmediato. Será una celebración idílica y tradicional: canciones, juegos y un magnífico mástil decorado con flores y hojas. Por último, recogeremos siete tipos de flores para meterlas debajo de nuestras almohadas. Cuenta la leyenda que esto te hará soñar con la persona con la que te casarás algún día. Pero Malin no sabe que estoy secretamente enamorada de ella. ¿Tendré la osadía de decírselo de una vez por todas? La verdad es que no nos conocemos tan bien. Ni siquiera sé si …
Nadia es una escritora de novelas de terror con un gran enemigo literario: William White, el rey del romanticismo sueco. El odio mutuo entre los dos escritores les ha llevado a crear diferentes cuentas en páginas web para poder criticar mutuamente sus libros. Durante la presentación de un libro de una amiga en común, Nadia y William se encuentran cara a cara y descubren que la línea entre amor y odio a veces es muy delgada.
«Tenía un brazo entre las piernas de Vanessa. Giró la cabeza y vio a Ana tocándose a sí misma. A su propio clítoris. Con fuerza, con desesperación. Con desesperanza. Como si fuera un asunto de vida o muerte, como si no tuviera ningún tipo de inhibición. Hundida en un embriagador estado de placer. Perdida entre el deseo. Luego, se colocó en postura de rueda completa. Los pechos de Ana presionaban el culo de Vanessa mientras esta estaba montada sobre su boca, y tuvo que agarrarse al respaldo del trono para sostenerse». La aventura en Camboya continúa. Hace calor y todo …
“Miré el reloj. Él regresaría a casa en cualquier momento. Subí por las escaleras para asomarme al cuarto de los niños y asegurarme de que estuvieran dormidos. Lo estaban, así que bajé y volví al dormitorio. Me senté en la cama, esperando. Los minutos se sintieron como horas. Era consciente de que en cualquier segundo escucharía las llaves abriendo la cerradura de la puerta principal. Los sonidos del hombre de la casa, el padre, el hombre que me pagaba, Loui Viggo, entrando a su propio hogar. A su castillo. Y me encontraría ahí. Desnuda. En su cama. Lista para seducirlo.” …