Apuntes macabros
Juan de Dios Garduño
«El chico asintió y el extraño le tendió la mano. Titubeó unos segundos, se la agarró y continuaron andando juntos por la carretera. La nieve comenzaba a cuajarse de nuevo, apenas unos centímetros, pero eran suficientes para sentir la humedad y el frío a