La entrevista de trabajo
Christina Tempest
«Me enderecé la falda gris ajustada y la camisa blanca y me dirigí al despacho con resolución. Al intentar abrir la puerta, alguien la abrió desde dentro y me encontré ante un hombre alto vestido de traje negro, quien, con un poco de suerte, se convertiría en mi futuro jefe. Desprendía un aroma a fragancia cara mezclado con un olor que solo podría describir como propio de un hombre. Además, el traje que llevaba dejaba entrever sus músculos: estaba muy cachas.» Una entrevista de trabajo pone los nervios a flor de piel a cualquiera y, entre dudas sobre qué decir …
«Me enderecé la falda gris ajustada y la camisa blanca y me dirigí al despacho con resolución. Al intentar abrir la puerta, alguien la abrió desde dentro y me encontré ante un hombre alto vestido de traje negro, quien, con un poco de suerte, se convertiría en mi futuro jefe. Desprendía un aroma a fragancia cara mezclado con un olor que solo podría describir como propio de un hombre. Además, el traje que llevaba dejaba entrever sus músculos: estaba muy cachas.»
Una entrevista de trabajo pone los nervios a flor de piel a cualquiera y, entre dudas sobre qué decir o cómo comportarse, a veces, surgen ocasiones inesperadas… y muy placenteras.
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