Aunque los años y la fatiga embrollen el asunto, a pocos les pasa desapercibido lo primordial del contrato amoroso: la veracidad e intensidad de una relación que no puede ser falsificada. Cuando esto ocurre, sólo los afortunados capaces de emprender el viaje de retorno, siguiendo sus propios pasos, podrán encontrarse tal y como fueron: con la franqueza de un corazón dispuesto a ser sellado de nuevo por el amor. El aventurado viaje a una isla exótica tendrá para Adriana un doble desenlace. Buscando el rastro de las caudalosas infidelidades de su marido tendrá oportunidad de rehabilitar su amor propio y …