“Estancos del Chiado” es un libro tan singular como promete su título. La recolección de los primeros cuentos de Fernando Clemot en este volumen –multipremiado a pesar de haber aparecido en una pequeña editorial– fue la gran presentación en sociedad de un autor interesado en explorar las vueltas de la memoria, capaz como pocos de imprimirle un estilo inconfundible a cada relato. El libro cuenta con tres secciones: “Mitologías”, “El jardín de la memoria” y “Ocasos”. Por ellas se filtran los recuerdos de infancia, las andanzas de escritores y actores de cine, los giros del deseo, la sombra de muerte, …
Vivir en un carrusel de excesos, tener muchas dificultades para recordar: estos verbos atraviesan a Leo Carver, el protagonista de la primera y festejada novela de Fernando Clemot. Acompañamos a este Carver, escritor venido a menos, mientras pasa una semana en Italia, lidia con su familia (que a pesar de todo logra sorprenderlo) y navega los problemas de memoria. Ni el sexo ni el alcohol representan para él adicciones triviales. Son más bien las plataformas para una búsqueda de sentido que puede verse como desesperada, hilarante o lúcida, pero sin dudas nos mantiene atrapados hasta la última línea.
Los viajes pueden ser literales, figurados, interiores, virtuales. ¿De cuántos tipos más? Muchos, casi todos, quedan cubiertos en estos cuentos de “Safaris inolvidables”. Los protagonizan un marinero que es interrogado, el escritor Alberto Moravia, tres personas que acuden a “El Programa” para recorrer lugares lejanos: todos personajes incómodos con su actualidad que se ponen a recordar y cargan energía en esa operación. El viaje que más le interesa a Clemot es el viaje por los tiempos de la propia vida. Eso hace que los relatos del libro se construyan en el filo de una revisitación continua, inestable y cautivadora.
La memoria y la imaginación de Tristam Vedder lo descolocan del presente. Él vuelve a Italia acompañado por su familia y por una multitud de fantasmas que sale a su paso en cada rincón. Vedder mira un lugar y no ve lo que pasa ahora, sino la historia que recuerda y fantasea. Recuerda, por ejemplo, que asistió como periodista a la ocupación de la ciudad croata de Fiume (“río” en italiano), a cargo de un batallón de soldados italianos comandados por el escritor Gabriele D´Annunzio. Ese laboratorio en miniatura del fascismo hace que siga sintiendo escalofríos por el espiral de …