Cuando despertó se sentía mejor de lo que se había sentido en muchas semanas: simplemente no se sentía enfermo. Se apoyó un momento en el marco de la puerta que separaba su dormitorio y el baño hasta que estuvo seguro de que no se había mareado. Ni siquiera un poco, ni siquiera cuando se puso a buscar una zapatilla debajo de la cama.Era una luminosa mañana de abril, no tenía ni idea de qué hora era porque su reloj llevaba mucho tiempo parado, pero cuando cruzó el apartamento y llegó a la cocina vio que su hija había desayunado y …